UNAS NAVIDADES MUY DIFERENTES (Diciembre 2023)

UNAS NAVIDADES MUY DIFERENTES  (DICIEMBRE 2023)

 Era la primera vez que viajaba a un país musulmán. A pesar de la cercanía del país, por circunstancias, nunca se me había ocurrido visitarlo, ni tampoco había aparecido ese momento oportuno, o mágico, o como se le quiera llamar, en el que decides abrir tus ojos hacia otros mundos, por razones muy diversas que no vienen al caso.

 Fue allá por el año 1994, precisamente durante la Navidad, justo en el punto temporal que resultaba ser crucial en mi vida, una fecha roja que sellaba un antes y un después en toda mi existencia hasta ese momento.

 Aun siendo consciente de la teoría sobre la diferencia religiosa, la imagen plasmada en la realidad fue mucho más impactante de lo que había esperado. Nada más pisar la Estación Marítima magrebí, el aspecto desangelado y desprovisto de color que captaron mis ojos, chocó de repente con la iluminada escena de la Estación de Algeciras, de donde había partido hacía sólo una o dos horas. Allí, en la amplia zona de embarque española, había podido contemplar un inmenso árbol adornado con parpadeantes luces de colores, espumillón y toda clase de figuritas colgantes, como angelitos, bolas brillantes, pequeñas cajas de simulados regalos, envueltas en papel dorado… Bajo el árbol, un hermoso Misterio del Nacimiento mostraba el clásico portal anunciado por la Estrella de Belén, con la Virgen María, San José y el Niño, flanqueados por la mula y el buey. Y todo el recinto se presentaba engalanado con cintas centelleantes, figuras de Papá Noel, campanillas, y otros distintivos propios de la Navidad. Por supuesto, en el ambiente, cargado de personas ansiosas por la celebración, sonaban villancicos de todas clases, desde los tradicionales hasta los importados. Y yo casi ni me había dado cuenta, por lo rutinaria que podía parecer la imagen en las fechas navideñas.

 En cambio, el choque fue total al llegar a aquellas instalaciones donde no había ni un solo adorno, ni una sola señal de celebración de la Navidad. Era lógico, claro, era de esperar, sin duda, pero no por ello menos asombroso o menos sorprendente. Por un instante me sentí fuera de sitio, pues había pasado en un rato de la atmósfera brillante y festiva de la celebración, al oscuro y triste escenario de un día laborable cualquiera.

 Nuestro amigo Said, que nos esperaba para recogernos en la Estación Marítima, leyó el desconcierto en nuestros rostros, y se apresuró a explicar que allí no se celebraba la Navidad, naturalmente, pero sí el Año Nuevo, en el que las familias se hacían los presentes de rigor, y que por ello la entrada de año constituía para los niños la noche de mayor ilusión. Si observábamos en algún lugar signos de celebración, escasos, pero visibles en algunos puntos, estaban ahí para festejar el Año Nuevo, una fiesta neutra, que no conlleva nada relacionado con la religión. Nos advirtió de que no preguntásemos a nadie por la Navidad, porque a algunos les podría parecer ofensivo o insultante.

 Aquella visita fue muy instructiva. Resultó ser una experiencia de esas que te hacen aprender lo relativo de las cosas y cuán borrosos pueden llegar a ser los límites de las verdades.

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