PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XX (Marzo 2017) A propósito del lenguaje poético

 

 

LETRAS Y PALABRAS 1

 

PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE (Marzo 2017) A Propósito del Lenguaje Poético

Cuando se toma la decisión de utilizar la Poesía como vía de expresión, en principio, el objetivo de tal tipo de lenguaje viene orientado por la necesidad de reflejar los sentimientos sean de la índole que sean, y, probablemente de manera inconsciente, provocar en el imaginario oyente o lector una evocación de emociones similares a las que se intentan transmitir en el poema. No se pretende definir de forma exacta a través de un mensaje de lectura única, sino que más bien, se busca la forma de dejar abierta el alma con sus peculiaridades, con sus inquietudes únicas, con la fuerza real de todo lo que bulle dentro. Este método de comunicación, que a veces parece unidireccional, pues puede dar la impresión de que el poeta no tiene en consideración el acto de discurso en sí, como elemento emisor, sino que se habla a sí mismo, conlleva, en cambio, una comunicación diferente, ya que no se encamina a la descripción detallada de la realidad, para crear con ello un intercambio de ideas, o un debate, o un estado de alerta ante determinado peligro, sino que se dirige a un abanico de interpretaciones que dependen, fundamentalmente, de las experiencias del interlocutor. Esto quiere decir que cada persona que llegue al poema, rellenará su significado con sus propias emociones, y esa será la forma de entender el contenido de la pieza, a través de los sentimientos de cada cual. Así, si un poema trata, por ejemplo, de la magnífica vivencia de la maternidad, tendrá mayor repercusión en aquellas personas que hayan pasado por esa circunstancia, si bien eso no significa que sea imposible transmitir el pálpito a quienes no conozcan dicha experiencia, pues el ser humano tiene la capacidad de ponerse en el lugar de los demás, pero, al menos a mi entender, sí puede modular la intensidad de la emoción recibida.

 

Asimismo, existe otro matiz inherente al lenguaje poético, que afecta al valor de las palabras en sí mismas. Me refiero al aspecto mágico que en muchos casos también, desde tiempos inmemoriales, impregna la Poesía, otorgándole un poder de conjuro capaz de deshacer hechizos y entuertos, como ocurre, por ejemplo, en los antiguos riddles, o acertijos de la poesía anglosajona primitiva. En estas rimas, breves y sencillas, se pretendía controlar el arrebato de las fuerzas de la Naturaleza mediante el simple método de nombrar los fenómenos que angustiaban a la población: Si se recitaba un poema sobre la energía furiosa del viento, se estaba realizando una invocación de la misma, para así, a través de los nombres, a través de las palabras, doblegar a las ráfagas de aire salvaje que asolaban sus poblados, pues pensaban que el simple hecho de llamar al desastre por su nombre, podría aminorar su crueldad.

 

Esta idea, que confiere características mágicas o curativas al lenguaje, prevalece en nuestros días, ya que es la misma dirección que sigue el psicoanálisis, por ejemplo, cuya función primordial es conseguir desterrar los fantasmas dañinos del interior humano mediante su exposición al exterior por medio de su plasmación en las palabras.

He aquí la explicación principal de mi poema “No están las palabras”, donde intento expresar mi sensación de impotencia al buscar los términos precisos para describir las emociones, y con ello, mediante la invocación que el lenguaje moldea en sus formas, desterrar el dolor, y sanar las heridas.

 

PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XIX (Cuando el futuro no se ve) Marzo 2017

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PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XIX (Cuando el futuro no se ve) Marzo 2017

 

Alguien de maravilloso buen sentir, que me guarda un cálido afecto, me invitó el otro día a participar en un evento cinematográfico, a sabiendas de mi absoluta adoración por el cine. La actividad, sin duda estupenda y digna de ser gozada por incondicionales de la pantalla como yo, tendrá lugar el próximo mes de Julio, y así me lo hizo saber el familiar amigo en cuestión. Y por segunda vez en mi vida, me inundó la incertidumbre al pensar en el futuro, aun siendo un futuro tan relativamente cercano como ese, que se esconde detrás de unos pocos meses, nada más.

La primera vez que me recorrió esa, hasta entonces, desconocida sensación había tenido lugar unos meses antes, al mencionar en una conversación la inminente primavera. Como un reptil extraño, la duda del tiempo trazó sus huellas en el sendero de mi pensamiento, dejando en el surco los acordes de aquella famosa sevillana: “¿Adónde estaré, Dios mío, la próxima Primavera …?”, cuyo eco, como un manojo de asombro y desconcierto, sembró en mí la turbia emoción del final impreciso.

En esta segunda ocasión, la cosa ha empezado a perturbarme, pues me lleva a pensar que mi imaginación, y con ella, de rebote, la esperanza, ha recortado el horizonte del porvenir, y lo ha reducido a un pequeño ángulo de visión, de muy corto alcance, donde el sueño de lo que queda por aparecer en mi vida ya no tiene la extensa imagen de espacio abierto que hacía rebosar de fantasía mis preguntas en la niñez. Y eso a pesar de que, según la teoría que ofrecen las estadísticas, y de acuerdo con el despliegue de fe que enuncian la tecnología y los avances de los tiempos modernos, aún me quedan bastantes años por gastar del saco de la vida, muchos minutos para rebañar con los dedos ansiosos. Pero mi mente más recóndita, no sé si movida por el engaño o por la fiel verdad, no me permite tomarme por seguras las fechas que van más allá de, si acaso, algunas horas … Nunca antes había adquirido una consciencia tan contundente de la proximidad de la muerte, de su amenaza de espectro súbito.  No sé si el dolor acumulado en los acontecimientos recientes ha contribuido a este sentimiento tan rotundo de realidad, pero en resumidas cuentas, las lindes del camino se insinúan a través de un grueso cristal distorsionado que arrebata la visión. Y el futuro no se ve.

MADERA ANTIGUA (Marzo 2017)

 

 

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MADERA ANTIGUA

 

Mi alma es como la madera antigua,

en su combate con las inclemencias:

una reliquia que se vuelve polvo

al más leve contacto improvisado

de imágenes podridas y crueles,

con el soplo del tiempo en las aristas

enseñando los dientes y las garras,

y una espada prendida de una teja.

 

Se torna llanto, un reguero de arañas

frágiles y temblando en la intemperie.

No importa cuánto luche, se deshace

como las mariposas en los dedos:

Va y viene del dolor, como la luna,

como el espíritu de las mareas,

como otras almas, con los ojos bajos,

que quedaron vagando en los caminos,

agarrándose a un clavo que enmohece,

los tablones heridos por la niebla,

las astillas hinchadas de vacío.

 

 

LA PAZ O LA SUERTE DE RESPIRAR (Marzo 2017)

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LA PAZ O LA SUERTE DE RESPIRAR

Si cuando el día pestañea,

y el rosado desperezo

le sonríe a las cortinas

con ese sol recién hecho,

que nuestras manos reciben

como la estampa de un beso,

es que tenemos la suerte

de respirar al concierto

de un caminar sosegado

donde encontramos pan tierno,

en un hogar sin ruinas

ni derrumbes en el techo,

como dentelladas grises,

escombros, cascotes, hierro

retorcido por el odio

que se desata en el cielo,

o en las esquinas traidoras

donde te apuntan al pecho,

y mil relámpagos lamen

la sangre de los enfermos.

Si cuando acuden los astros

a la ventana del tiempo,

y en ese instante subimos

por el hilo de los sueños,

sin un despertar maldito,

ni un escalofrío infecto,

con la certeza del aire

limpio y el mañana quieto,

pendiente del calendario

para soltarse de nuevo,

es que vivimos en paz,

es que hemos ganado el premio

de gozar de nuestra historia

como el relato más bello,

como la fortuna inmensa

de respirar, el misterio

de engrandecer la mirada

con cada paso que demos.

Amigos, tenemos suerte,

hermanos, suerte tenemos

de poder contar perfiles

con la punta de los dedos,

de ir a dormir tranquilos

tras paredes de silencio,

y hallar los mismos semblantes

todos los días, enteros,

sin las marcas del vacío

ni las heridas del viento,

ni el llanto impotente y agrio

que deja atrás el infierno:

La suerte de respirar

sin la amenaza del miedo.

(Para mi amiga Rosa, que me ha sugerido sopesar la importancia de vivir en esta paz tan endeble que parece prestada)

COMETAS (Marzo 2017)

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COMETAS (Marzo 2017)

Esas auroras de corta distancia,

que pinta misteriosamente el barro,

y la niebla solícita y viajera,

que llegaba del mar por la retama,

conforman un rincón clavado al aire,

como un álbum, un cofre, o una caja

con el nácar tejido por los bordes,

y las llaves guardadas en el pecho;

la madera preciosa, transpirando

su fondo de barnices inmortales,

reconoce palabras enterradas,

y huellas con su hilván de oro puro.

Esos atardeceres hacia adentro,

con el tiempo bordado en una esquina,

(sangre y sudor latiendo sin arnés,

hasta entrar en la noche consentida),

graban líneas azules en las manos,

tesoros repartidos por la arena.

No hay meses, ni estaciones, sólo luz

como de un meteoro o un cometa:

Quedan pájaros sueltos al azar,

mágicas briznas de flores salvajes,

y ráfagas aladas que aparecen

como algún arcoíris silencioso.

Para mí, para mí, pero sin ruido.