PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XV (Siempre la Salud)

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PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XV (Siempre será la Salud)

He alcanzado un estadio que me era desconocido hasta ahora: mi propia exaltación como ser humano en la más sabrosa independencia. Me gustaría permanecer siempre así, en este punto impreciso pero arrebatadoramente satisfactorio, en esta etapa de profundo bienestar y orgullo, que al fin me ha mostrado el valor inabarcable de la libertad y la entera consciencia de ser yo, sin necesidad de usar corazones ajenos como muletas imprescindibles para hallar la plenitud ansiada. Y aquí, en este volcán de vida donde encuentro absorta mi alma rotunda y sin fisuras, el único miedo que enturbia este descubrimiento, tan preciado, es la certeza de que esta salud casi radiante que me impulsa hacia todas las extensas direcciones del universo, acabará cediendo en algún momento, llegará a disiparse e incluso a sucumbir al inexorable mandato de la ley de la carne. Ese y no otro es el terror que ronda mis noches, tan lúcidas, tan recién estrenadas en la belleza metálica de la propia individualidad: ese es el cuervo maldito que traza su vuelo sobre las marcas de las pequeñas victorias humanas.

Sin  embargo, no debo rendirme ante un espectro desconocido, absoluto, sí, pero, por suerte, aún por llamar a mi puerta, aunque sepa con total convicción que en cualquier momento, el crudo y agorero graznido pueda dejar su huella de dolor y desconcierto en mi camino. Este tesoro único, insustituible, que derrama salud en mi cuerpo, al menos por ahora, se merece un canto, e incluso una sonrisa agradecida.

PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XIV (De los Cálculos Imposibles) Octubre 2016

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PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE  XIV (De los cálculos imposibles) Octubre 2016.

Hubo un atormentado momento en que pensé, como recurso de salvación inmediata, que era posible llegar a los pasos subterráneos de las vísceras por desconcertantes vías, diseñadas al completo de antemano, esas que nos venden aquellas compañías de corte gurú al uso; esas mismas que de este modo nos presentan un mercado del corazón, como si de coches se tratara. Caí en su falacia (bienintencionada, no digo que no, pues nuestro mundo se presta a situaciones de soledad tan inusitadas que sobran las  víctimas de la desesperación), y me dejé arrastrar por la hecatombe total de mis sentidos en una loca búsqueda de salidas, como una rehén desconcertada y mordida por el pánico, que corre sin rumbo imbuida por el empuje animal de la adrenalina y las claves que mueven inconscientes las teclas de la supervivencia.

No niego que puede que haya quienes, encaramados a la lumbre de la Razón, sigan la senda de las matemáticas absolutas, donde la certeza de las premisas les dirija a una solución única, aceptable desde las frías coordenadas de la Lógica, pero fuera de cualquier asunción emocional, lejos de la inteligencia del sentimiento, pero desde luego no es mi caso.

Ahora yo, tras el fracasado enfrentamiento con esa estricta perfección de las líneas previamente trazadas, no creo que haya posibilidad alguna de construir ese tipo de milagros en los caminos del Raciocinio, pues para mí, y los que por fortuna o por desgracia son como yo, se pierde el misterio de las mariposas, en su tímida descripción de vuelos insospechados en sus preguntas nocturnas, y el indescifrable intercambio de palabras en la danza silenciosa de los ojos. Y ante tal evidencia, prefiero caminar sin respuestas ni hechos consumados. Tengo el inmenso orgullo de saber hacerlo.