DESDE EL SOFÁ

DESDE EL SOFÁ

Desde el sofá,

el mullido refugio

donde la pertenencia se hace pluma,

observo el metal lento de la tarde,

lloviendo sin parar,

besando sutilmente la espadaña

de la Iglesia Mayor,

bosquejada al azar del horizonte,

envuelta en un dibujo indefinido,

mientras a la derecha,

tras el visillo tenue de la lluvia,

los árboles altivos

alzan su impenetrable majestad

por entre los tejados centenarios

de las viejas bodegas.

Y más allá, apenas delineada,

la torre del Castillo,

donde el Rey Sabio quiso descansar,

cambiando las batallas por los libros,

trocando las ballestas por la luz

y la concisa paz del oleaje,

tras conquistar El Puerto.

Y si giro la vista hacia la izquierda,

saludo al toro al frente de la plaza,

el coso que simula arte mudéjar

en sus arcos rojizos,

donde la arena guarda mil historias

de hombres y animales,

del libro antiguo de la tauromaquia.

Y simplemente pienso:

¡qué más puedo pedir, si esto es la gloria,

una lección de arte ante mis ojos,

en el calor de la mesa camilla

y el paisaje a mi alcance,

con la tranquilidad de estar a salvo

de la lluvia que cae!

Es la felicidad en una taza,

el ocaso meciéndose ahí afuera,

y yo desde el sofá,

mirando al frente,

llenándome del panorama inmenso:

línea estelar de pájaros y casas,

cielo abierto en canal para mí sola.

LA TENUE EXPLOSIÓN DE TU SONRISA

LA TENUE EXPLOSIÓN DE TU SONRISA

(I)

Tras un batir de abanico,

estalla blanca y brillante,

y como un visillo al viento,

deja su impronta de ángel.

Las campanitas del cielo

repiquetean y tañen,

y se estremecen de gozo

las entretelas del aire.

¡Qué melodía más limpia,

qué canción más dulce y suave,

qué detonación más clara,

tan pequeñita y tan grande!

¡Cuánta luz alba y sublime

entre esas dos líneas cabe!

¡Cuánto jardín infinito

de buganvillas y azahares

se derrama por la tierra

en un fulgoroso instante!

La estela que en un momento

el océano reparte

es un don de la galaxia

que en el ánimo se expande.

¡Qué milagrosa sonrisa

que cura todos los males!

MAR CONFIDENTE (Octubre 2025)

MAR CONFIDENTE (Octubre 2025)

Entre los rizos de espuma

y la cadencia del agua,

las nieblas del horizonte

mojan las grietas del alma.

La mar es un oído inmenso,

todo lo oye y lo guarda:

rumia secretos antiguos,

y en las olas, acunadas,

conserva, como en un cofre,

las huellas de las palabras.

Y al igual que un viejo amigo,

lo escucha todo y se calla,

y nosotros, como niños,

con los sueños a la espalda,

le confiamos anhelos,

pensamientos y nostalgias,

juegos, amores, o penas

que por dentro nos desgarran,

y le contamos bajito

cómo gime la guitarra

que suena en la noche negra

antes de que alumbre el alba,

o el clamor de los tambores

que rugen en la batalla,

y se llevan con el humo

los sueños de la mañana.

También las voces tranquilas

que amanecen en las palmas

de las manos, o los aires

que a veces, serenos, cantan.

Cosas alegres o tristes,

placeres que nos abrazan,

o pesadumbres que inquietan

como roce de mortaja.

Porque tú, desde el abismo,

o el suave son de las algas,

o el silencio más oscuro,

o las limpias crestas áureas,

recorres los corazones

con sal y paz, y los bañas.

¡Llévame a tu tempestad,

tu salvaje azul de rabia,

cuéntame tú, desde el fondo,

dónde la arena descansa!

Señala esas horas crespas

que rompen la madrugada,

y seamos confidentes

a la tibia luz del alba.

JUGANDO CON MI NIETO A LA ENTREVISTA DE RADIO (Octubre 2025)

JUGANDO CON MI NIETO A LA ENTREVISTA DE RADIO A (10 Octubre 2025)

 Me encanta inventar juegos para mi nieto de cuatro años, que rebosa fantasía, dulzura e inocencia. Uno de los últimos pasatiempos que he ideado para él es el juego de la radio, donde la entrevista, con sus correspondientes preguntas pertinentes, sutilmente orientadas, me llevan sin fisuras al mundo auténtico, tierno, y a la vez lleno de magia que conforma la realidad cotidiana de mi querido niño.

 Aquí reproduzco,sin más, el contenido de una de esas valiosas entrevistas en las que la maravillosa honestidad de mi nieto me permite atisbar su día a día, como una verdadera profesional que se asoma al detalle de su vida.

(Entrevista 26 de septiembre 2025. Sirve de micrófono un proyectil de juguete, hecho de gomaespuma con la punta de esponja).

  • “Buenas tardes, queridos radioyentes de su emisora más cercana, la siempre veraz Radio Macuto, en el 167,89 de la FM para todos ustedes. Hoy nos encontramos en presencia de Don Marco Fernández, que nos va a hablar de su colegio y sus avatares cotidianos en la escuela. Díganos Sr Marco, ¿qué tal es su colegio? ¿Cuál es su opinión sobre el centro en el que cursa sus estudios?
  • Mi cole está bien. Allí están mis amigos, y me lo paso bien.
  • ¿Eso quiere decir, Sr Marco, que le gusta ir al colegio?
  • Sí, me gusta mucho. También como allí, pero enfrente, en otro sitio.
  • Eso significa que el comedor está en otro edificio, ¿no es así? Y, ¿por qué hay que ir a otro edificio?
  • Las mesas de comer no caben en la clase.
  • ¡Ah, vale! Han tenido que trasladar el comedor a otro lugar porque no quedaba sitio en el núcleo original de la escuela. Y, ¿cómo le ha ido hoy el día en el colegio?
  • Bien, pero en mi clase hay un niño que se llama Thiago, que le pega a todos los demás, y nos da bocados y arañazos, y la Señorita Patri ya está harta. ¡Lo ha mandado a la silla de pensar!
  • Y, ¿qué es eso de la “silla de pensar”?
  • Es una silla que la señorita pone junto a la pizarra para que los niños que se portan mal piensen en lo que han hecho, y ya no lo hagan más.
  • ¿A usted le han mandado a la silla de pensar en alguna ocasión?
  • No, este año, no. El año pasado me senté allí una vez, porque estaba hablando mucho y no me quedaba quieto, pero ya no lo hice más.
  • ¿Qué me puede decir de las actividades que ha realizado hoy en la clase?
  • Mmmm, hemos visto algunas letras, que yo ya me sabía, la R y la S, y hemos dibujado, y a mí se me ha caído el lápiz rojo, y he tenido que pintar con un cachito chico.
  • Me ha comentado usted que suele almorzar en el comedor escolar. ¿Puede decirme qué ha comido hoy, y si le ha gustado?
  • Hoy me he terminado los macarrones, que me gustan mucho, y también he tomado sandía, pero con la sandía me he manchado…
  • Bueno, esto es todo por hoy, Sr Marco. Le agradecemos mucho su colaboración con esta su emisora de radio amiga, nuestra apreciada Radio Macuto, que otro día volverá con más reportajes y entrevistas interesantes.
  • ¡Pero yo quiero seguir jugando a la radio!
  • Bueno, ahora vamos a merendar y a dejar que la voz de la abuela descanse un rato, que esto de reproducir voces impostadas hace que la garganta duela un poquito, ¿vale?
  • Vale. Quiero un batido de chocolate.

REVUELO DE SOL Y TOROS EN PATERNA DE RIVERA

REVUELO DE SOL Y TOROS EN PATERNA DE RIVERA

El sol quedó columpiado

sonriendo por las macetas

que cuelgan en los balcones

de las calles de Paterna.

Quiere asomarse tranquilo

a mirar las azoteas,

en el silencio que corre

por esquinas y plazuelas.

Saluda con brillo airoso

los ojos de gente buena

que acuna, al rumor del campo,

su orgullo de estirpe honesta.

Es su intención conquistar

con su alto poder de estrella

la bonhomía sencilla

que abunda por esta tierra.

Juega con dedos dorados

a que se lleva la fuerza

y el trapío de la lidia

en una estampa torera.

Los toros, en un revuelo,

giran a la luz sus testas

y rinden su culto al sol

con magnífica soberbia.

Los toros bravos persiguen

a ese círculo que quema,

dios que prodiga caricias

en el pueblo y la dehesa.

Continúa el sol paseando

por las calles de Paterna.

Camina con paso alegre

y con gallarda firmeza,

para iluminar ferviente

a la Virgen de la Inhiesta.

Ansía el ardor que guarda

el cante por peteneras,

y la gloria del flamenco

que el Perro le dio a Paterna.

Su hambre cuaja en el cielo,

y el sol se va a las tabernas

a hartarse de tagarninas,

de venado en la cazuela,

de alcauciles con jamón,

de caracoles y berza,

y copas del mejor vino

que reposa en las bodegas.

Anda tan contento el sol

con las viandas de la mesa,

que comparte con la gente

el ritual de la siesta.

Casi al borde del ocaso

su alma de tarde lo lleva

al regocijo de niños

que ríen en son de fiesta.

Y el astro, muy satisfecho,

rumia su hora y bosteza,

para dejar que la luna

perfile su blanca esfera,

y tornee tirabuzones

en forja de plata añeja

por los rincones dormidos

y en el dintel de las puertas.

Aunque el rey del firmamento

dice adiós y ya se acuesta,

mañana seguro vuelve

por plazas y callejuelas:

sueña en resaltar el blanco

de las casas de Paterna.

LO QUE QUEDA DE LA ESFERA (Otoño 2025)

LO QUE QUEDA DE LA ESFERA  (Otoño 2025)

¿Cuándo fue? No lo sé, mas no hace mucho.

Ocho años, quizás, que me di cuenta

de que el círculo azul del firmamento

había ido menguando a pasos largos,

hasta dejar tan solo los resquicios

de un tercio mal contado de la esfera,

una pequeña hoz de barro incierto,

donde las piernas temen las caídas.

Los años discurrían como ríos

que ves pasar sin saber dónde llevan,

sin pararte a pensar que el agua guiña

los ojos un instante casi mudo,

y no tuerce su tránsito guerrero,

ni vuelve la corriente que saluda

para decir adiós, sin recalar

en la orilla que cambia dormitando…

El otoño llegó, y todavía

yo llevaba la ropa de verano,

la maleta de agosto aún deshecha,

y las sábanas finas en la cama.

Pero el calor se había diluido,

y ya el maldito viento, de repente,

trasbocaba hojas muertas, sin cuidado,

en lo que aún quedaba de la esfera.

Rugieron sobre el aire las borrascas,

con su dolor anclado por los huesos,

sus amargos cristales de ventisca

fustigando la paz de las rodillas,

mientras truenos hirientes como agujas,

clavaban la tersura de la carne,

para marcar con látigos de angustia,

los pequeños espacios aún de pie.

Entonces, arreciaron las preguntas

y el miedo, al contemplar el precipicio,

pero también se abrieron los balcones

y los misterios llenos de candados,

y se hizo paso un coro de guirnaldas

de una clarividencia tan radiante,

que el mundo apareció, iluminado,

como una realidad por estrenar.

Es ahí, no sé cuándo, pero ahí,

en el perfil plegado por la lluvia,

en el brillo tenaz de la conciencia,

ahí es donde tercamente miro,

donde he aprendido a deletrear mi alma,

el punto donde el tiempo se hace escaso,

pero infinito al fin, de tan intenso,

reloj veraz, donde la luz se espesa.

Es ahí donde sueño que encontré

la feliz sutileza del otoño.

EL TIEMPO HERMAFRODITA

EL TIEMPO HERMAFRODITA

A veces, cual enigma inapelable,

se carcajea el Tiempo de sí mismo:

con alma hermafrodita, su amor vuelca

en su vientre cruel, y eructa niños

que aceptan en su vida o en su olvido

la mutabilidad y la paciencia.

Entonces, cuando todo va despacio,

y se atragantan todos los segundos

con la vista en el sol, siempre en el cénit,

descubren que han gastado las mareas,

y se ahogan en océanos malditos.

Y la risa del Tiempo enamorado

se funde en un abrazo con la arena.

MUDANZAS INESPERADAS (de cómo los cambios bruscos con que nos golpea la vida nos van arrebatando seres queridos y su amada impronta)

MUDANZAS INESPERADAS

Hay cambios destructores, que a deshora,

irrumpen con su empuje de huracán,

para arrancar de cuajo todo afán

que el corazón esconde y atesora.

Arrasan con crueldad devastadora

los cofres de emoción que en el desván

custodian los recuerdos, y se van,

manchando lo que el alma rememora.

Son catástrofes ciegas de maldad,

que minan la razón y la confianza.

Toda la incertidumbre que la edad,

con su avance mortal, dicta en sentencia,

ancla en el fondo su aire de mudanza,

y acaba por sesgarnos la existencia.

CLAMOR HUNDIDO (Julio 2025)

CLAMOR HUNDIDO (30 Julio 2025)

Cuando hay manos malditas que en zarpazos

bruscos de odio retiran la harina

de los labios resecos de los niños

tras su clamor hundido de derrota,

es que el mundo se cae, desquiciado,

en abismos sin ojos e insondables.

Cuando hay balas que escupen su sentencia

sobre espaldas gastadas de cansancio

en el centro voraz de la vejez,

con la amargura negra en la memoria,

es que ajenas conciencias diluyeron

la vista extraviada en el desierto.

Cuando el agua se niega con las bombas

que irrumpen en la paz de los aljibes

a mujeres, a niños, a tullidos,

a enfermos con las cuencas desvaídas,

es que el arma infinita de la sed

masacra tenazmente hacia el vacío.

¿Qué está pasando?¿Acaso no aprendieron?

¿A qué viene esta burda imitación,

estos dobles espejos de la historia?

¿Es que el dolor pasado siente alivio

remedando los pasos de la muerte,

aplastando sin fin las mismas huellas?

No habrá futuro en este calco turbio.

No habrá un mañana sin romper la inercia.

AQUELLOS SUEÑOS DE VERANO (Julio 2025)

AQUELLOS SUEÑOS DE VERANO (Julio 2025) 

 En mi remota niñez, que aún lejana, permanece latiendo y a pleno color en mi memoria, el verano era la estación ansiada. Y eso que en las circunstancias de precariedad de mi familia, era imposible albergar ni el más sencillo de los planes de vacaciones para el estío, por lo que mis únicos objetivos en la abrasadora canícula se reducían a la posibilidad de ir algún día suelto a la piscina con mi vecina Ángeles y su preciosa niña de un añito, a quien yo cuidaba de vez en cuando, siempre con mucho cariño y esmero, y por puro gusto, sin cobrar, pues desde siempre me han encantado los niños chiquititos, y además reconozco que poseo una habilidad especial para comunicarme con ellos y para manejarlos con absoluta ternura. La piscina se encontraba como a una hora andando desde mi casa, pero para mí, a pesar de la caminata, era una de las mejores recompensas con las que podía soñar. Otra de las alegrías que me proporcionaba el verano eran los manguerazos de agua fresquita que nos lanzaban las vecinas de los pisos bajos en algunos bloques, entre risas, palmadas, y alegres chorros refrescantes sobre nuestros jovencísimos cuerpos embutidos en los bañadores del año anterior, que todavía servían, aunque ya se nos habían quedado un poco pequeños.

 Pero el gran sueño, la estrella de mi anhelo infantil, lo constituía la playa, ese mundo de agua revuelta que acariciaba la arena en las imágenes que había visto en la tele o en el cine, porque yo no había tenido la suerte, aún, de conocer el mar, y esas imágenes resultaban ser toda mi información sobre la realidad de la costa. Sabía que no era más que un deseo, prácticamente imposible de cumplir. Mas, sin embargo, la playa, las olas, la espuma, y todas las aventuras que mi imaginación era capaz de construir, se repetían como un delirio en las noches sudorosas de mi infancia, como un resorte de esperanza frente al calor insufrible, como una fuente de vivencias excitantes que mi pequeña ilusión de niña aspiraba alcanzar algún día.

 Y a pesar de las temperaturas asfixiantes, lo mejor de todo era que jugábamos, incluso con el calor achicharrando la piel como una intensa bocanada de fuego. Jugábamos a juegos que nosotros mismos, los niños, habíamos inventado, adaptándonos a la estructura y configuración del barrio, como el “pisa tierra”, donde el niño o niña que “se la quedaba” o “la llevaba” tenía que atrapar a los demás compañeros de juego, sin poder pisar la tierra, es decir, el albero que cubría la calle sin asfaltar, flanqueada por aceras de cemento basto. Aunque también nos apuntábamos a los típicos juegos de siempre, como el “escondite”,  la “gallinita ciega”, o el “un, dos, tres, pollito inglés”. Y el sueño estival más fácil de lograr consistía simplemente en poder quedarnos a jugar hasta tarde, con el frescor de la noche, mientras los padres, junto con otros adultos, charlaban en la calle con sus sillas bajo el alivio nocturno del termómetro. Sueños sencillos e irrepetibles, con el poderoso acicate del entusiasmo infinito de la niñez.