PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XI Siempre al mismo sitio (Julio 2016)

 

PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XI  Siempre al mismo sitio (Julio 2016)

 

Siento que vuelvo al mismo sitio, aunque a decir verdad, el lugar no coincide exactamente; se produce este vívido espejismo porque se da la confluencia precisa para llegar a la misma sensación de entonces, y de otras veces, diferentes pero con la misma esencia de mi yo solo frente al mundo. Otra vez la soledad se convierte  en un extenso caleidoscopio por el que observo las jugarretas del levante rabioso y los movimientos de compás desconocido que confiere ritmos únicos a la gente que pasa, tan ajena, tan observable, sin saber nada de mi realidad.

Me recreo en la introspección absorbente de la noche ruidosa y circular, que termina por desplegarse a mi alrededor con sus segmentos existenciales anónimos y llamativos a la vez. Me vienen a la mente los rumores de aquellos días parapetados en la memoria con la curiosa impresión de retornar a un tiempo del que prácticamente no queda ni el humo, con el corazón casi convencido de tener veintitantos, mirando en derredor con una búsqueda joven y resplandecientemente osada, con el latido ilusorio de haber vuelto a aquel momento perdido, a aquellas tardes calurosas, a aquella entrada expectante en los comienzos de mi vida adulta. Y todo porque me recorre la misma soledad, como de extraño recién llegado, el mismo punto de partida desde el alma nueva con los ojos abiertos, como por estrenar, aun sin ser cierto…

EL JAZMÍN MUERTO (Julio 2016)

JAZMÍN A.jpg.jpg

 

EL JAZMÍN MUERTO  (Julio 2016)

 

Mi jazmín superviviente

de temporadas austeras,

que aun gimiendo moribundo,

salió vivo de las guerras

contra insectos sigilosos,

y el sol rugiendo en las piedras,

se está abrasando en silencio

hasta la muerte más seca.

 

Ya sus hojas se han mudado

a un marrón turbio de tierra,

y ni el agua lo revive,

ni el fresco en la noche quieta

le restituye las ganas

de agarrarse a la existencia.

 

Se le ha parado la vida

sin un atisbo de vuelta,

y sus flores se quemaron

antes de sentirse abiertas.

Tiene la muerte calada

tan en el fondo, concreta,

que en vez de ser un jazmín

más parece dos gardenias.