SU PARTICULAR SILENCIO (Abril 2018)
En silencio.
Su particular silencio.
Como vivió, así se fue,
sin un ruido estridente.
Con sus marcadas rutinas
de repeticiones mudas,
sus idénticas jornadas
de pan, paseos, y sueño
de extensas y quietas noches,
donde el aura sideral
bañaba grutas perdidas,
con sus enigmas de sangre,
dejando sin explicar
la decisión de los genes,
al castigar su inocencia
con laberintos de plomo.
Sus ojos, tan infantiles,
arañaban los setenta
noviembres, en la ironía
de un destino caprichoso,
sin un ápice de mal
en su sonrisa de tierra,
como el barro que los niños
prestan a su fantasía.
En silencio.
Su particular silencio.
Se me ha esfumado de pronto,
y me he quedado en un surco
en que no asoman las flores,
sino una línea sola,
donde mi voz se adelgaza.
El único alivio es,
que no la aplastó el pesado
dominio de la vejez,
con su carcoma negruzca
ajando cada minuto,
sin más afán que esperar
el final liberador,
la cortina iluminada
que cerrase la ignominia
de cada hueso quebrado,
o cada dolor abierto.
Me la han llamado los ángeles,
y ella se ha ido en silencio,
con ese silencio suyo,
tan particular, tan limpio…
(Yo tengo que hacerlo así, o no sé hacerlo de otro modo. La palabra y la Poesía son mi llanto. Si no lo hago, me anega el dolor)