
RENACIMIENTO MÚLTIPLE (Septiembre 2024)
En la vida hay muchas vidas,
muchas y no solo una,
y vas pasando por ellas
como en la noche la luna,
con su disfraz de caireles
y sus máscaras de bruja
que pasea, misteriosa,
en la cadencia nocturna.
Cada vida es un camino,
es una apuesta valiente,
donde ni los precipicios
ni los barrancos advierten
de cuán profundo es el valle,
ni de las curvas que vienen.
En cada paso se muda,
en cada cambio se siente
que el viento nos ha empujado
a renacer, que una fuente
de agua fresca brotó
allá a lo lejos, de frente.
Pero cada encrucijada
deja una pequeña muerte,
y hay que recoger el barro
desparramado en el césped
de esa cuneta que abriga
restos de vencidas huestes,
trozos del alma azorada
por las heridas, y agrestes
rocas que oran al cielo,
buscando nuevas simientes.
Todos vamos renaciendo
y muriendo muchas veces;
por dentro brilla el mosaico
de los añicos de siempre.
Para empezar desde cero
hay que mirar al pasado,
no despreciar los errores,
ni borrar viejos abrazos,
ni renegar de palabras
ni de juramentos vanos,
ni cegarse con rencores,
ni preguntarse si acaso
habría habido ventura
de haber saltado a lo alto,
o elegido otro sendero,
o calzado otros zapatos,
o si un viraje en la niebla
nos hubiese separado
del rumbo que parecía
a buen término llevarnos:
equivocarse es el reto
en nuestra salud de humanos,
para aprender lo divino
sobre la sombra del diablo.
Porque ese ser que camina
y que continúa andando,
es la suma de las vidas
que lo han ido modelando.
Volver a empezar sería,
bajo el olvido enconado,
ir, como un muerto sin ojos,
dando vueltas por el campo.
En la vida hay muchas vidas,
muchas y no solo una,
y pasas por ellas como
por los ciclos de la luna.