ALLÍ, ALLÍ TE ENCONTRABA

ALLÍ TE ENCONTRABA

En el terso relumbre de la noche

que encripta la quietud más escondida,

no eran necesarias las palabras

ni el discurso común de los mortales.

No hacía falta la tinta de los sellos,

ni el pespunte cabal de los escritos,

ni precintar un lacre consensuado

por algún visto bueno de las calles.

Tan solo era preciso el roce cálido

de tu piel con mi piel en armisticio,

dos cuerpos hilvanándose en el agua,

la sólida tensión de esa armonía

que nos dejaba ser, fuera de todo,

la danza luminosa del contacto

que decide verter desde las cumbres

las fuerzas que confluyen en un cauce.

Allí, allí era donde te encontraba,

en la certeza del amor crecido,

en el vaivén flagrante de los poros,

donde el tiempo apartaba sus designios,

donde el curso del sol se dividía

en íntimas galaxias refulgentes,

donde el tacto moldeaba la existencia

y nuestra piel se alzaba victoriosa.

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