EL AIRE Y LA PETENERA (Junio 2024)

EL AIRE Y LA PETENERA

Un quejío, un desgarro, una mirada.

La voz

trotando en la garganta y en las venas.

El corazón en llamas, sin cerrojos,

la pena negra con su hiel acerba

calentando la atmósfera del sueño

en las oscuras sílabas del cante:

la petenera.

Su condición de altiva marejada

brama arañando sin piedad las cuerdas,

y arranca de su sitio el arcoíris

con un amargo grito de aspereza,

donde los siglos siguen su corriente

de voces apretadas y cadenas.

Es el amor, el odio, la venganza,

el teatro de flores que revelan

los remolinos, cómplices del agua,

la música espinosa que se queja

escarbando dolores escondidos

para pintar el aire. Petenera.

Y sale el aire

como un bosque tupido del mil sendas,

rasgado desde el fondo por el llanto

que intensamente llama a las estrellas.

Es la voz el empeño de los dioses

y un torrente de luz es su presencia.

FLAMENCO EN CARNE VIVA (Abril 2025)

FLAMENCO EN CARNE VIVA (Abril 2025)

Eres como un acento desgranado.

¡Ya vienes por el aire!

Trepas garganta arriba como un pájaro

que grita en carne viva

la desesperación de alas cumpliendo

su destino final hacia el Calvario.

¡Ya vienes por el aire, ya te acercas!

Cargas la soledad como una sombra.

Te agarras a las cuerdas como un náufrago

que tañe su rosario de cadenas

de sangre consumida por el barro.

¡Ya vienes por el aire, ya te agitas

 con volutas de arena!

¿Adónde vas con esa muerte al hombro?

¿Qué haces con tu instinto derramado

en aceras sin luz, rincones negros,

arcilla rota, cristales temblando?

¡Ya vienes por el aire, te aproximas

con tu desconsolada desnudez!

Llevas la oscuridad ácida y seca

de tu dolor antiguo y solitario.

Tu queja alza una copa de agonía

y esconde un puñal de oro entre las manos.

Llegas y asumes, como de repente,

soportar las columnas de la tierra.

Caracoleas altivo por las voces,

caldeando palmas y alas en los pies,

rumiando los colores desde dentro

hacia el ritmo esencial del corazón.

¡Ya llegas por el aire!

¡Reverbera tu paso!

¡Ya gime la guitarra,

y la penas entonan

su recuerdo enconado!

LA COMISARÍA DE JUGUETE: PEQUEÑAS CONVERSACIONES CON MI NIETO (Abril 2025)

LA COMISARÍA DE JUGUETE. PEQUEÑAS CONVERSACIONES CON MI NIETO (Abril 2025)

Marco (4 años): “Abuela, ¿quieres jugar conmigo a policías y ladrones con mi comisaría? Tengo una comisaría muy bonita.”

Abuela: “Claro, mi niño. ¿Qué comisaría es esa?”

(Acto seguido, Marco va a su cuarto y aparece en el salón transportando un juguete grande que lleva cosas dentro. Me percato de que es una “comisaría” de indudable gracejo, compuesta por una estructura abierta, presentada al corte, como los planos de los edificios, donde me asombra la singular y muy lograda disposición de los elementos, como las puertas batientes, que se abren y cierran, la fachada que simula un curioso acristalamiento, la mesa de ordenador con todos sus dispositivos, incluido el teclado y el monitor, las sillas giratorias, y el helipuerto a escala de la azotea, con su helicóptero y todo.)

Marco: “Tú eres el ladrón, ¿vale? (y me enseña un click con gafas oscuras y mochila sospechosa a la espalda), y yo soy el policía. (Como es de esperar, me muestra un click vestido de agente). Yo tengo un coche de policía, y tú tienes una moto de esas de cuatro ruedas, que sirven para ir por el campo…”

Abuela: “Un quad.

Marco: “Eso. ¡Alto, policía! Estás detenido. (Le coloca unas diminutas esposas en las muñecas  al click ladrón.)Vamos a la Comisaría.”

(Hacemos el ademán de ir hacia el “edificio” moviendo ambos muñecos por la mesa del salón en esa dirección.)

Abuela: “Señor policía, yo no quiero ser malo. Estoy harto de ser malo, y me arrepiento, y quiero ser bueno, porque de ser malo, hasta me duele la cabeza. ¿Me puedes ayudar? Prometo que me voy a portar bien.”

Marco: “Sí, yo te ayudo. Te voy a enseñar el coche de policía. Te va a gustar, y ya no serás malo nunca más.”

(Marco acerca el simpático coche, dotado de sirena y luces azules, que se activan al presionar unos pequeños botones que asoman en la baca del auto).

Marco: “¡Mira! ¿A que es guapo el coche? Te voy a encender las luces para que las veas, pero la sirena no, porque te duele la cabeza…”

Abuela: “Jajajajajajaja. ¡Ay, que me como a mi niño!”