LA COMISARÍA DE JUGUETE. PEQUEÑAS CONVERSACIONES CON MI NIETO (Abril 2025)
Marco (4 años): “Abuela, ¿quieres jugar conmigo a policías y ladrones con mi comisaría? Tengo una comisaría muy bonita.”
Abuela: “Claro, mi niño. ¿Qué comisaría es esa?”
(Acto seguido, Marco va a su cuarto y aparece en el salón transportando un juguete grande que lleva cosas dentro. Me percato de que es una “comisaría” de indudable gracejo, compuesta por una estructura abierta, presentada al corte, como los planos de los edificios, donde me asombra la singular y muy lograda disposición de los elementos, como las puertas batientes, que se abren y cierran, la fachada que simula un curioso acristalamiento, la mesa de ordenador con todos sus dispositivos, incluido el teclado y el monitor, las sillas giratorias, y el helipuerto a escala de la azotea, con su helicóptero y todo.)
Marco: “Tú eres el ladrón, ¿vale? (y me enseña un click con gafas oscuras y mochila sospechosa a la espalda), y yo soy el policía. (Como es de esperar, me muestra un click vestido de agente). Yo tengo un coche de policía, y tú tienes una moto de esas de cuatro ruedas, que sirven para ir por el campo…”
Abuela: “Un quad.”
Marco: “Eso. ¡Alto, policía! Estás detenido. (Le coloca unas diminutas esposas en las muñecas al click ladrón.)Vamos a la Comisaría.”
(Hacemos el ademán de ir hacia el “edificio” moviendo ambos muñecos por la mesa del salón en esa dirección.)
Abuela: “Señor policía, yo no quiero ser malo. Estoy harto de ser malo, y me arrepiento, y quiero ser bueno, porque de ser malo, hasta me duele la cabeza. ¿Me puedes ayudar? Prometo que me voy a portar bien.”
Marco: “Sí, yo te ayudo. Te voy a enseñar el coche de policía. Te va a gustar, y ya no serás malo nunca más.”
(Marco acerca el simpático coche, dotado de sirena y luces azules, que se activan al presionar unos pequeños botones que asoman en la baca del auto).
Marco: “¡Mira! ¿A que es guapo el coche? Te voy a encender las luces para que las veas, pero la sirena no, porque te duele la cabeza…”
Abuela: “Jajajajajajaja. ¡Ay, que me como a mi niño!”