REVUELO DE SOL Y TOROS EN PATERNA DE RIVERA

REVUELO DE SOL Y TOROS EN PATERNA DE RIVERA

El sol quedó columpiado

sonriendo por las macetas

que cuelgan en los balcones

de las calles de Paterna.

Quiere asomarse tranquilo

a mirar las azoteas,

en el silencio que corre

por esquinas y plazuelas.

Saluda con brillo airoso

los ojos de gente buena

que acuna, al rumor del campo,

su orgullo de estirpe honesta.

Es su intención conquistar

con su alto poder de estrella

la bonhomía sencilla

que abunda por esta tierra.

Juega con dedos dorados

a que se lleva la fuerza

y el trapío de la lidia

en una estampa torera.

Los toros, en un revuelo,

giran a la luz sus testas

y rinden su culto al sol

con magnífica soberbia.

Los toros bravos persiguen

a ese círculo que quema,

dios que prodiga caricias

en el pueblo y la dehesa.

Continúa el sol paseando

por las calles de Paterna.

Camina con paso alegre

y con gallarda firmeza,

para iluminar ferviente

a la Virgen de la Inhiesta.

Ansía el ardor que guarda

el cante por peteneras,

y la gloria del flamenco

que el Perro le dio a Paterna.

Su hambre cuaja en el cielo,

y el sol se va a las tabernas

a hartarse de tagarninas,

de venado en la cazuela,

de alcauciles con jamón,

de caracoles y berza,

y copas del mejor vino

que reposa en las bodegas.

Anda tan contento el sol

con las viandas de la mesa,

que comparte con la gente

el ritual de la siesta.

Casi al borde del ocaso

su alma de tarde lo lleva

al regocijo de niños

que ríen en son de fiesta.

Y el astro, muy satisfecho,

rumia su hora y bosteza,

para dejar que la luna

perfile su blanca esfera,

y tornee tirabuzones

en forja de plata añeja

por los rincones dormidos

y en el dintel de las puertas.

Aunque el rey del firmamento

dice adiós y ya se acuesta,

mañana seguro vuelve

por plazas y callejuelas:

sueña en resaltar el blanco

de las casas de Paterna.

LO QUE QUEDA DE LA ESFERA (Otoño 2025)

LO QUE QUEDA DE LA ESFERA  (Otoño 2025)

¿Cuándo fue? No lo sé, mas no hace mucho.

Ocho años, quizás, que me di cuenta

de que el círculo azul del firmamento

había ido menguando a pasos largos,

hasta dejar tan solo los resquicios

de un tercio mal contado de la esfera,

una pequeña hoz de barro incierto,

donde las piernas temen las caídas.

Los años discurrían como ríos

que ves pasar sin saber dónde llevan,

sin pararte a pensar que el agua guiña

los ojos un instante casi mudo,

y no tuerce su tránsito guerrero,

ni vuelve la corriente que saluda

para decir adiós, sin recalar

en la orilla que cambia dormitando…

El otoño llegó, y todavía

yo llevaba la ropa de verano,

la maleta de agosto aún deshecha,

y las sábanas finas en la cama.

Pero el calor se había diluido,

y ya el maldito viento, de repente,

trasbocaba hojas muertas, sin cuidado,

en lo que aún quedaba de la esfera.

Rugieron sobre el aire las borrascas,

con su dolor anclado por los huesos,

sus amargos cristales de ventisca

fustigando la paz de las rodillas,

mientras truenos hirientes como agujas,

clavaban la tersura de la carne,

para marcar con látigos de angustia,

los pequeños espacios aún de pie.

Entonces, arreciaron las preguntas

y el miedo, al contemplar el precipicio,

pero también se abrieron los balcones

y los misterios llenos de candados,

y se hizo paso un coro de guirnaldas

de una clarividencia tan radiante,

que el mundo apareció, iluminado,

como una realidad por estrenar.

Es ahí, no sé cuándo, pero ahí,

en el perfil plegado por la lluvia,

en el brillo tenaz de la conciencia,

ahí es donde tercamente miro,

donde he aprendido a deletrear mi alma,

el punto donde el tiempo se hace escaso,

pero infinito al fin, de tan intenso,

reloj veraz, donde la luz se espesa.

Es ahí donde sueño que encontré

la feliz sutileza del otoño.

EL TIEMPO HERMAFRODITA

EL TIEMPO HERMAFRODITA

A veces, cual enigma inapelable,

se carcajea el Tiempo de sí mismo:

con alma hermafrodita, su amor vuelca

en su vientre cruel, y eructa niños

que aceptan en su vida o en su olvido

la mutabilidad y la paciencia.

Entonces, cuando todo va despacio,

y se atragantan todos los segundos

con la vista en el sol, siempre en el cénit,

descubren que han gastado las mareas,

y se ahogan en océanos malditos.

Y la risa del Tiempo enamorado

se funde en un abrazo con la arena.

MUDANZAS INESPERADAS (de cómo los cambios bruscos con que nos golpea la vida nos van arrebatando seres queridos y su amada impronta)

MUDANZAS INESPERADAS

Hay cambios destructores, que a deshora,

irrumpen con su empuje de huracán,

para arrancar de cuajo todo afán

que el corazón esconde y atesora.

Arrasan con crueldad devastadora

los cofres de emoción que en el desván

custodian los recuerdos, y se van,

manchando lo que el alma rememora.

Son catástrofes ciegas de maldad,

que minan la razón y la confianza.

Toda la incertidumbre que la edad,

con su avance mortal, dicta en sentencia,

ancla en el fondo su aire de mudanza,

y acaba por sesgarnos la existencia.