
RETAZOS DE MIRADA
Cuando te amaba,
cuando te amaba tanto,
el mundo no tenía más sentido
que el titilar suave de tus ojos
temblando en medio de la madrugada.
La órbita de todo mi planeta
se aferraba al capricho fluido, acuoso,
de una neblina verde y trepidante
que lo llenaba todo desde abajo,
hasta llegar al cielo de allá arriba
con macizos puntales nacarados.
Cuando te amaba,
cuando te amaba tanto que mordía
las ruedas de metal de los relojes,
olas de incertidumbre me mecían,
cubiertas por el tiempo. Y su festón,
como un bordado lánguido de arbitrio,
acababa fundido, sin remedio,
en la lumbre prendida en tus pestañas,
espirales de auroras que me hablaban
de lo felices que éramos entonces.
Cuando te amaba,
cuando te amaba hasta descomponerme
entre briznas de tibia sutileza,
me embriagaba hasta el rayo más pequeño
de esa mirada que impregnaba el aire,
como alguna verdad de lo divino
que esculpía los días y las noches,
mientras yo crepitaba en la impaciencia
para ensamblar las piezas irisadas
a través de tus ojos contundentes.
Cuando te amaba,
cuando te amaba tanto,
cuando te amaba tanto que las sombras
estallaban de miedo por tu ausencia,
se colaban tinieblas por los huecos
inundando esperanzas y cajones
y las perchas oscuras del armario.
Pero con la ventisca de noviembre,
el mundo quedó atrás, reconducido
en el empeño fiel de la memoria,
y con llaves de hierro se sellaron
los extensos jardines de tus ojos,
y el mundo se apagó.
Cuando te amaba.
Cuando te amaba tanto.
con cuánta mágica delicadeza haces que el pasado parezca presente 💝
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