¿QUÉ MÁS PEDIR?
Tu presencia me invade
con ráfagas de azahar,
como el viento sencillo
en la tarde redonda.
Las aceras azules
que a veces recorremos,
rezuman sal intensa
entre besos y sombras.
¿Qué más puedo pedir
que no sea el infinito,
sino el susurro suave
que se esconde en el vino?
¿Qué más puedo pedir
que no sea el infinito,
si tú y yo nos mecemos
en trapecios de hilo?
Tu sonrisa me ocupa
en ángulos perdidos,
crece y se extiende como
la libertad del agua.
Los silencios que a veces
me pones en las manos
son palabras escritas
en la lengua de tu alma.
¿Qué más puedo pedir
que no sea el infinito,
sino un claro segundo
de amor preciso y limpio?
¿Qué más puedo pedir
que no sea el infinito,
si de todas maneras,
tan sólo sé que existo?
En los días del mundo
no hay más que un sol concreto,
la luz irrepetible
de un puñado de estrellas:
Es la felicidad
un vaso de recuerdos,
y un hatillo de risas
en las tardes pequeñas.
¿Qué más puedo pedir
que no sea el infinito,
sino el viento en los dedos
en el verano tibio?
¿Qué más puedo pedir
que no sea el infinito,
si todo nuestro tiempo
cabría en un suspiro?
La estela de tus ojos
cosida a mi vestido,
nuestras voces sumadas
al sueño del domingo:
Algunos días sueltos
es todo lo que pido.
Marzo 2012