PEQUEÑAS REFLEXIONES EN PROSA SIMPLE XIV (De los cálculos imposibles) Octubre 2016.
Hubo un atormentado momento en que pensé, como recurso de salvación inmediata, que era posible llegar a los pasos subterráneos de las vísceras por desconcertantes vías, diseñadas al completo de antemano, esas que nos venden aquellas compañías de corte gurú al uso; esas mismas que de este modo nos presentan un mercado del corazón, como si de coches se tratara. Caí en su falacia (bienintencionada, no digo que no, pues nuestro mundo se presta a situaciones de soledad tan inusitadas que sobran las víctimas de la desesperación), y me dejé arrastrar por la hecatombe total de mis sentidos en una loca búsqueda de salidas, como una rehén desconcertada y mordida por el pánico, que corre sin rumbo imbuida por el empuje animal de la adrenalina y las claves que mueven inconscientes las teclas de la supervivencia.
No niego que puede que haya quienes, encaramados a la lumbre de la Razón, sigan la senda de las matemáticas absolutas, donde la certeza de las premisas les dirija a una solución única, aceptable desde las frías coordenadas de la Lógica, pero fuera de cualquier asunción emocional, lejos de la inteligencia del sentimiento, pero desde luego no es mi caso.
Ahora yo, tras el fracasado enfrentamiento con esa estricta perfección de las líneas previamente trazadas, no creo que haya posibilidad alguna de construir ese tipo de milagros en los caminos del Raciocinio, pues para mí, y los que por fortuna o por desgracia son como yo, se pierde el misterio de las mariposas, en su tímida descripción de vuelos insospechados en sus preguntas nocturnas, y el indescifrable intercambio de palabras en la danza silenciosa de los ojos. Y ante tal evidencia, prefiero caminar sin respuestas ni hechos consumados. Tengo el inmenso orgullo de saber hacerlo.