PEQUEÑAS S SIMPLES CONVERSACIONES CON MI NIETA: EL TEATRO (Febrero 2018)
- ¿Dónde vamos, Abuela?
- Al teatro, corazón.
- ¡Ah, qué bien! ¡Me encanta! Siempre me llevas al teatro, lo has hecho ya varias veces, desde que yo era muy pequeña. ¿Para qué sirve el teatro, Abuela?
- ¡Jajaja! Sí, desde que tenías unos dos añitos, y ahora, ¡ya eres muy mayor, con seis años! ¡Jajajaja! Pero volviendo al tema, me has dicho que te encanta, ¿no?
- ¡Siiiiiiiiiiiii! Me gusta mucho.
- Pues, eso. En principio, lo que más importa para venir al teatro es que nos guste. Todo el arte, sea del tipo que sea, está, o debe estar, concebido para gustar, especialmente el teatro, que es tan directo con el público. Lo que pasa es que eso de “gustar” es muy amplio, y puede estar motivado por diversas razones.
- ¿Qué quiere decir eso de “directo con el público”?
- Pues que tú, como espectador, estás presente en la actuación, y ves el desarrollo de la obra allí mismo, en vivo y en directo, en el mismo espacio que los actores, sin la distancia de la pantalla.
- ¿Y eso significa alguna diferencia?
- ¡Claro que sí! Eres testigo de todo lo que va ocurriendo en el lugar de los hechos, por así decirlo. Y además, como público que eres, estás delante del escenario, y con tu presencia puedes participar de alguna manera a través de tus reacciones y tu emoción. Porque los espectadores ven a los actores, pero ellos también nos ven, desde allí arriba, en otro plano de comunicación, pero nos ven, y eso hace que nuestras respuestas también formen parte del juego teatral. De hecho, se sienten más animados y entran más profundamente en los personajes si el público contesta con su calor y sus sentimientos, e incluso, a veces con su silencio, porque ese silencio denso, cargado de revoltijos interiores, también puede ser una respuesta.
- No entiendo todo lo que dices, pero creo que quieres decir que debemos estar atentos y sentir las cosas que nos cuentan.
- Eso es. El teatro es un cuadrado mágico por el que podemos espiar, como si fuéramos unos irremediables cotillas, las historias de otras personas, para aprender con sus experiencias, para salir de nuestros límites personales y explorar otras vidas, pero sobre todo para divertirnos.
- ¡Sí! ¡Yo me divierto muchísimo! Aunque, a veces, también lloro un poquito, como cuando mataron a la Gallina de los Huevos de Oro … ¡Venga, Abuela, date prisa! ¡Quiero llegar ya al teatro y que empiece la función!