AVENIDA REINA MERCEDES (Abril 2019)
Los años de fulgor estudiantil,
los de la juventud más añorada,
han quedado engullidos para siempre
en los muebles perdidos de esa casa.
Se han dormido, clavados en los techos,
en las paredes ácidas de ayer,
se han lanzado al mar de los olvidos,
como las duras grietas de mi piel.
Hay virutas y lluvia en los rincones
donde asoma un reguero de memoria:
Los setenta en su ritmo embravecido,
yo a hombros de una espuma caprichosa.
Nada devolverá la blanca imagen
del balcón arropándome en mis sueños.
La puerta se ha cerrado como el calcio
quebrado por los mapas de mis huesos.
No es que no haya dolor en las alcobas,
ni en la sala minúscula y oscura,
noches de sinvivir, extraños huecos
de enfermedad y muerte negra y brusca.
Mas la nostalgia sabe hallar momentos
entre las hojas que ya amarillean,
y me hacen suspirar por esa casa
donde creció hacia arriba mi inocencia.