A mi casa de Benaocaz.
ATARDECERES PERDIDOS (24 Octubre 2021)
Se ha diluido el fondo del paisaje,
mi reino, tan extenso y solitario,
la íntima expresión del sol diario,
claras alturas de dorado encaje.
Nunca más sentiré el tranquilo orgullo
de contemplar la fuga de la tarde
desde la amplia terraza, en quieto alarde,
yo gobernando el centro del murmullo
del silencio viscoso de la tierra,
mientras el tintineo vespertino
se escondía en las curvas del camino,
y entre los verdes dientes de la sierra.
El sueño se cumplió, duró un momento.
Un trozo de niñez por la ventana
fue el resorte de luz que una mañana
me hizo firmar papeles en el viento.
Lo devolví. La cuesta desanduve.
Las llaves apagué bajo la alfombra,
pero acaso, quizás, quede una sombra
en el rincón de cal que un día tuve.