DOLOR DEL TIEMPO EN LOS HIJOS (MARZO 2018)
Cuando al pasar sentimos
el imperfecto
canto de sorna, burla
de los espejos,
donde las caras pintan
su aire grotesco,
es que nos ha llamado
el sucio espectro
que juega con la imagen
negra del Tiempo.
Nos sabemos marcados
por años viejos.
Pero más duele
si la carne de un hijo
la luna hiere.
Si nos traspasa, injusta,
la vil sentencia
por la que al respirar
se nos condena
a ir soltando hasta el núcleo
de nuestras células,
y la vejez, maligna,
devora, ciega,
el tuétano infeliz,
es que se acerca
la Ley de los mortales
a nuestra puerta.
Pero es más grande
el desgarro, si a un hijo
roba la sangre.
La edad, sus flechas,
sajando frutos tiernos
son más certeras.