
A VECES, SÓLO A VECES (19 OCTUBRE 2019)
A veces eras mío.
Como un chubasco en medio de la calle,
como una recompensa inesperada,
como un guiño de luz en el invierno.
Tú, apenas lo sabías.
Te lanzabas al río de mi alma,
te olvidabas del miedo en un momento,
te quedabas allí, en mi regazo,
sin recordar las leyes de la Física
ni dar oído a ese dictado estricto
de las medidas que inventan los hombres.
Te dejabas caer y eras mío.
A veces …
Durante tantos años …
Fue mucho más. Mucho más de lo que otros
gozan de pleno en su vida entera.
Yo tuve el mar, y un enorme arcoíris:
algunas primaveras fulgurantes,
una unidad cabal algún Domingo,
una historia escondida por el campo
con el cielo de las fotografías,
perfecto allí en su instante detenido,
una baraja de sonrisas claras,
un largo azar de noches de verano.
Para mí a veces,
sí, porque entonces
a veces eras mío.
Nunca del todo, nunca al absoluto
y extenso pulso de signo diario,
nunca con apellidos permanentes,
ni con la convicción de normas ciertas.
Algunas veces, sólo,
te dejabas volar sin tus temores,
sin saberlo, quizás, desde tu sueño,
tal vez del todo entonces,
mas siempre en lluvia o parpadeos leves,
estrellas rutilando entre las nubes,
un mapa de botones luminosos
que se desparramaron por el suelo.
A veces …
Tantos años, a veces …
Tal vez un panorama de emociones
que muy pocos disfrutan en el mundo.
Nunca del todo, pero, sin embargo,
mucho más de lo que otros han vivido.