Quise tejer un destino
con las lindes de la vida,
y el Destino, de reojo,
malicioso, sonreía.
¿A dónde crees que vas
construyendo tan de prisa,
con un corazón de agua,
y un sentimiento de arcilla?
Voy a maquinar un sello
que me conforme la vista
con un paisaje perfecto
de nombres y leyes fijas.
Y el Destino en un segundo
se tragó toda medida,
arrasó cada cimiento
que daba forma a mis días.
Ahora sólo quiero el tacto
que ensarte llama y espinas,
dejarme mecer al viento,
navegar a la deriva.
Es imposible construir
sobre un armazón de brisa
los detalles de las sombras
y las flores imprevistas,
con un corazón de agua
y un sentimiento de arcilla.
Año 1995
He incluido algunos de mis poemas antiguos, de esos que andaban guardados en sitios insospechados.
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