Benaocaz, Calle Cuervos (Febrero 2020)
La firme dentadura de la roca
con su verde entramado de quejigos
y encinas, que hacia el sol claman, testigos
del tímido calor que se desboca,
en un Febrero que en el aire toca
la dulce sumisión de sus amigos,
con el espacio claro, sin abrigos,
va esperando a la noche, que se enroca
en su arenoso rastro de la sal.
Reconozco mi alma, absurda, loca,
piel enredada, un talud de cal,
la curva recogida, traicionera,
entre flores salvajes del parral
en la calle que sube la ladera.