EL SELLO
Yo te he horadado los sueños
con una voraz carcoma
que te ha vaciado la fe,
y el peso de la memoria.
Yo irrumpí como los rayos
en tu inocencia de entonces,
arrollando tus fronteras
con mi ansia de amor joven.
Te di la vida de pronto.
Te forjé desde mi nombre.
Te desbordé con la fuerza
de mis pasos en la noche.
Te di la vida de pronto,
de pronto te la quité:
te destruí de repente
sin pensarlo, sin querer,
empujada por las olas
del corazón al revés,
arrastrada por el trote
de un poderoso corcel,
con los sentidos nublados
y el sentimiento de pie.
Y te hice tanto daño
que en la limpieza de tu alma
anidaron las espinas,
proliferaron fantasmas,
y se cubrieron de ciénagas
los arroyos de aguas claras.
Tu futuro se hizo escombros
sobre la desesperanza.
Y en el fondo de mi sangre
se me ha hospedado la culpa
con un dolor infinito
en un sello de amargura,
que me acompaña a diario
y no se desclava nunca.
Año 2010