LA CASA (Abril 2016)
Por el íntimo barniz de la puerta
rezuma mi presencia como barro.
Los peldaños, testigos ruidosos,
crujen para explicar cada caricia,
para blindar las ráfagas doradas
que agavillan tus pasos con los míos.
La madera se acuerda de mis huellas,
y mi nombre aparece en los cajones,
con palabras sumadas por los años,
esculpidas a un ritmo compartido,
y el acuoso color que parpadea
en el aire atestado de recuerdos,
me retiene en el tacto de los muros,
y en el susurro fiel de los armarios.
Las paredes me abrazan y me llaman,
guardan mi dimensión, carne rotunda,
me dibujan al pie de la escalera,
cargadas hasta arriba con las horas
que brillan desde su raíz perfecta,
en el doble compás que nos unía.
Cuando el umbral te atraiga a sus entrañas,
no podrás desprenderte de mis ojos,
no podrás deshacer los dulces lazos
que mi sombra ha tejido en los rincones,
ni podrás bautizar con dioses nuevos
estos cimientos, que llevan mi alma.
El fantasma tenaz de mi silueta
se quedará rondando en la escayola,
mirándote sin límite al entrar,
obstruyendo invasiones desde el techo,
contra voces ajenas y enemigas,
intrusas que se atrevan a ovillarse
en el hueco marcado por mis huesos.
Ni la muerte podrá callar la luz
que he dejado sellada en esta casa.
Excelente poema, lleno se sentimiento muy directo y hondo, me recuerda a los poemas de Miguel Hernandez, con palabras sencillas sabe llevar a una pasion enorme, un gran poema y muy sentido, impresionante.
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